viernes, 17 de diciembre de 2010

CARTA ABIERTA A UNA MÉDICO DE UN SERVICIO DE URGENCIAS DE UN CENTRO DE SALUD.


DEDICADA A LA PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID Y SUS ENCUBIERTAS PRIVATIZACIONES QUE PAGAMOS LOS CIUDADANOS, CON IMPUESTOS Y EN NUESTRAS PROPIAS "CARNES".

Día 15 de Diciembre, leve dolor en el codo izquierdo.

Voy a trabajar, previo ibuprofeno y mañana laboral movidita.

Llego a casa sobre las 18 horas, dolor agudo intensidad fuerte, más ibuprofeno.
El dolor sigue aumentando, no sé cómo poner el brazo, llega la noche, más dolor, muy fuerte, no pego ojo.

16 de Diciembre, 7 horas, 3 grados bajo cero. Decido ir al Centro de Salud de Urgencias, pensando en algún calmante fuerte para ir a trabajar.
Llamo al botón y mientras espero leo: No llame más de una vez, dentro sólo hay un médico y una enfermera, no hay ni celadores ni administrativos.
Al cabo de un par de minutos, una voz por el aparato dónde apreté el botón una sola vez: ¿qué pasa?, que me duele mucho un codo. Se abre la puerta.
No había ningún paciente, se oye hablar a dos personas, mujer y hombre. La médico y el enfermero.
¡Pase!

Hola buenos días, soy enfermera y no aguanto el dolor..... Silencio y por respuesta, una médico joven, que no me no me mira a la cara, ¡la tarjeta sanitaria!

Empiezan las preguntas para historiarme. Sigue sin mirarme a la cara. Me indica que podía haber esperado a mi médico de familia (turno de tarde o esperar a las 8 que abren el Centro de Salud y me vea otro). Escribe mucho en un papel, desde su silla al otro lado de la mesa.
Respiro, cuento hasta 10, y veo delante de mí a una burócrata, que aún ni me ha visto el codo, ni me ha mirado a la cara, espejo del alma, me duele el codo y el brazo a rabiar. Me manda a hacer una radiografía al hospital, cosa innecesaria totalmente, como ella sabía y yo también.

Sale el enfermero, me resulta familiar de alguna otra vez que he ido con algún miembro de la familia, pocas muy pocas, sabemos el humor que tienen en las urgencias habitualmente.

Él si me mira a la cara, y el codo que previamente yo había descubierto sin que nadie me lo indicara. Me toca, ve que está muy inflamado, caliente y enrojecido. Me habla, me dice que mejor que me vaya a las urgencias del hospital, en el fondo por tratar de dulcificar lo bien que me trató la médico. El Enfermero tiene más tablas, mejor humor, trasmite humanidad y comprensión y sobre todo me ha mirado a los ojos.

La historia sigue…hospital, nada de radiografías, diagnóstico por los síntomas clínicos, bursitis de codo, calmante intramuscular, no me baja la intensidad del dolor, médico de familia a las 17 horas, él piensa que es infecciosa la causa, antibióticos, probablemente 20 días, calmante más potente. Baja laboral.

Esta última parte ya da igual, está dentro de los límites normales de atención a una persona que sufre.

Día 17 de Diciembre, 6 h.: codo y parte posterior del brazo más inflamados, nada de lo que tomo para el dolor, me baja la intensidad del mismo, ya ni sé lo que me estoy tomando, tengo que apuntarlo, me duele con desesperación. He logrado dormir 4 horas, drogada con varias cosas.

Señora o Señorita médico:

Quiero entender su mal humor, pensar que fue una noche complicada en su trabajo, que está disgustada por la falta de medios, la sobrecarga de trabajo, la bajada de sueldo, su posible modalidad de contratación laboral y otros muchos aspectos que usted conocerá mejor desde dentro.
En los 30 años largos que llevo de ejercicio profesional, creo que nunca he tratado así a ningún paciente (niños) ni a sus familias y también sufro muchas irregularidades administrativas y me bajan el sueldo como a todos los empleados públicos y no le cuento lo que es ser enfermera en la Consejería de Educación.

Ayer, en su consulta, no sentí más que pena por usted, una mujer joven, con una profesión comprometida al servicio del ciudadano en un momento crítico, y que no es capaz de mirar a los ojos y que me derivó al hospital innecesariamente, a saturar más las urgencias.
Casi prefiero que pongan una máquina en la puerta, que des a unos cuantos botones y que te diga: diagnóstico y tómese algo y a la que pueda dar una patada, si no me sale el papel y se ha tragado las monedas. Al final, lo inventarán, es cuestión de tiempo.

En fin, sólo pido, que como enfermera que soy, a pesar de estar en un COLEGIO (la frase preferida del director del mimo), con niños muy graves en algunas ocasiones, no me vuelva nunca como usted.

Tómelo, como una oración al cielo mirando a mi padre, una denuncia personal a usted, un escrito de reflexión angustioso o como lo estime oportuno.

Hace una hora y media que me he tomado Diclofenaco y Codeina, y por lo menos, el sufrimiento que estoy pasando ha disminuido ligeramente, ya no me dan ganas de tirarme por la ventana. (valore usted misma la intensidad del dolor).

Deseándole que disfrute usted de la vida en todas sus facetas, incluida la laboral/profesional, se despide atentamente, una paciente.

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