jueves, 31 de marzo de 2016

AFRONTAMIENTO DEL DUELO ANTE LA MUERTE DE LOS NIÑOS



Toda mi vida profesional ha estado ligada a la vida y a la muerte de niños y niñas en edad escolar y en el ámbito educativo en la Comunidad de Madrid.

Hace unos años que ya funcionan unidades de cuidados paliativos, de manera desigual en el territorio español, cosa que no he entendido ni entenderé nunca, que en determinados temas no haya pactos y leyes estatales y que por vivir en una comunidad tengas una vacuna por ejemplo y por vivir en otra, no la tengas.

Hace 35 años que comencé a trabajar  en el CPEE María Soriano (INRI entonces), no existían los denominados ahora cuidados paliativos, pero sí los niños morían y eran cuidados y educados hasta ese momento, también en un colegio.

Y hacíamos lo que sabíamos y para lo que estábamos capacitados profesionalmente, acompañando a nuestros alumnos y sus familias, durante años en ocasiones, tras distintos procesos patológicos incurables.

En cualquier colegio y en los de Educación Especial aún más, los distintos perfiles  profesionales que trabajamos con los alumnos y alumnas, debemos conocer las distintas estrategias, que en definitiva, nos van a ayudar a afrontar el duelo que nos produce la muerte de los alumnos.

1.- Los profesionales del ámbito educativo, deben estar informados de los procesos patológicos que tienen los alumnos y su pronóstico vital, importante esto tanto para la adaptación curricular como para priorizar en qué aspectos debemos incidir a lo largo de su etapa escolar y en su día a día. Y también formados (formación continuada), el dolor por la pérdida de alguien a quien cuidamos y queremos, debiera ser una fase aguda y lógica, el sufrimiento mantenido en el tiempo, la no gestión de las emociones, puede alterar severamente la integridad psicológica de los cuidadores y eso es evitable, eso sí, hay que trabajar para que esto no ocurra, no es fácil.

2.- No todos los profesionales, incluso los sanitarios, tienen aptitudes ni competencias para el abordaje de los cuidados paliativos, como no todos las tenemos para otras actividades asistenciales y educativas. No es lo mismo trabajar en un colegio, en una unidad de cuidados intensivos, en un aula hospitalaria, en un centro de salud…

3.- Están muy bien las bolsas de empleo y la igualdad de oportunidades para tener trabajo, pero o se empieza a hablar de capacidad para el desempeño del puesto de trabajo o nos encontramos con profesionales totalmente desmotivados, esto no ocurre solo en los colegios, evidentemente.

Me sorprende, cuando acuden las UVIS móviles a nuestro colegio, este curso está siendo especialmente movidito, y nos dicen: ¡Qué trabajo más duro tenéis!, comentario que también nos dicen posteriormente en las urgencias de los distintos hospitales y yo les suelo contestar que a mí me parece más duro el suyo, vuelvo al punto 2, cada uno en el trabajo para el que se siente más capacitado y con más aptitudes, está más cómodo y satisfecho y los resultados son beneficiosos para todos.

Hoy no hablo de actitud, tan importante en todos los momentos de la vida, profesional y personal. La no competencia, en muchas ocasiones, se adquiere con una buena actitud. Otro día desarrollo más eso último.

Y no me pasa nada especial  hoy. Necesitaba escribir y compartir.

Sencillamente, creo que estoy muy cansada emocionalmente, porque  dejé de creer en los “cuentos” cuando comencé a trabajar y llevo demasiados años haciéndolo en el mismo sitio y empecé a creer en algunos personajes de esos cuentos, en las personas no tóxicas y buenas que hay a nuestro lado y hasta  comprendí que la vida es un historia en ocasiones fabulada, llena de anécdotas y momentos y que cuando nos dejan hasta podemos escribir algún reglón nosotros mismos y que no siempre tiene un final feliz. Algunos renglones están muy torcidos.

Parte de esta conversación, la he mantenido hoy en la comida en el colegio con Lola, la orientadora escolar, hoy hemos llegado tarde a comer y estábamos solas, por una entrevista con una madre que desde que la conozco hace 8 años, siempre sonríe, siempre.

Y si una madre sonríe, a todas las madres del cole las considero “corajes” (vale los papis también), nosotros los que trabajamos con sus hijos debemos sonreir ,  acompañar y procurar que la calidad de vida de los alumnos (sus hijos),  sea lo más confortable y feliz posible, educando, posicionando, adaptando, aspirando, trasladando, gestionando, comunicando, cuidando, cocinando, limpiando, administrando, diagnosticando…

Dedicado a todos los alumnos del CPEE María Soriano que nos acompañan, que desde el cielo brillan y a todas sus familias que nos han hecho más humanos, en un mundo tan dolorosamente inmisericorde.




2 comentarios:

Lola Rodriguez dijo...

Es increíble pera la sonrisa de esa madre es la mejor medicina, para el cuerpo y para la mente.
No quiero acostumbrarme a la desaparición de nuestros chicos. Pero tengo claro que es lo que no puedo hacer. Salvarlos. Pero si que quiero que tanto los alumnos como las familias se sientan apoyados y entendidos.
Mi autoterapia es, cada vez que me acuerdo de alguno, trato de recordar algo bonito de ellos que saque una sonrisa de mí

Lola Rodriguez dijo...

Es increíble pera la sonrisa de esa madre es la mejor medicina, para el cuerpo y para la mente.
No quiero acostumbrarme a la desaparición de nuestros chicos. Pero tengo claro que es lo que no puedo hacer. Salvarlos. Pero si que quiero que tanto los alumnos como las familias se sientan apoyados y entendidos.
Mi autoterapia es, cada vez que me acuerdo de alguno, trato de recordar algo bonito de ellos que saque una sonrisa de mí