Y le obligaron a parar, un dolor agudo en
alguna parte del cuerpo.
El dolor, ya de por sí incapacitante, a veces cuesta controlarlo y
para ello hay que tomar distintos medicamentos, relajantes y calmantes, que
bajan la intensidad del mismo y dejan a la persona en un estado semiactivo y
semipensante.
Y los que rodean al doliente, todos lo hacen/mos, con afán de asesorar desde el cariño, empiezan a emitir opiniones: “es
que tienes mucho encima”, “aprovecha y relájate”, “descansa”, “pero todavía
estás así?”….
Y no se puede descansar por el dolor, el ánimo
empieza a fluctuar y entre sueño y sueño,
demasiado sueño, se piensa y ¡qué malo
es pensar o tener tiempo de mirarte por dentro!.
Y el espejo, porque tiene tiempo de mirarse al espejo,
refleja una imagen y tiene que abrir más los ojos para reconocerse.
Busca esa alegría que cree estar perdiendo,
esa razón para continuar y esas ilusiones que se han debilitado con la
somnolencia.
Y empieza a ver que la sanidad pública ya no
es lo que era (no nos descubre nada nuevo), que pasan los días y ya semanas y los
protocolos (¿?) permiten no saber la causa del daño, total está controlado, ya
no es alarmante, pues a esperar.
Reflexiona: y si habla con…...igual le adelantan
y sale de la incertidumbre y ya le dicen que es esa condensación ósea,
probablemente sean signos de una edad
avanzada y demasiados esfuerzos físicos realizados durante una larga vida
laboral.
Y como tiene más tiempo para escuchar las
noticias, no le gusta nada, pero nada, el mundo, el planeta conocido como
Tierra, y hasta piensa que o se para o se baja
(Mafalda, siempre Mafalda).
Prefiere ver solo ya series de asesinatos
sin resolver, cómo descubren al asesino aunque hayan pasado 30 años y qué
aparatos tan supermodernos que descubren restos orgánicos de una partícula de
los que sea.
Y al final decide, que es una ciudadana más,
que no va a recurrir a buscar conocidos sanitarios, que va a sufrir el proceso
que padecen muchos otros y con enfermedades incluso más graves, manteniéndose a
la expectativa, total nadie es imprescindible en ninguna faceta de la vida y ya
le han descontado gran parte del sueldo, gracias a la normativa que se aplica a
todos por igual, salvo que hagas la farsa habitual de algunos , porque quién
hizo la Ley , dicen que también hizo la trampa.
Cualquier parecido con la realidad es pura
coincidencia.
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